miércoles, 8 de abril de 2009

"No puedes cambiar nuestras vidas en un día, pero si su dirección"

Leemos sobre la muerte, la vemos en el cine y en la televisión, mueren a nuestro alrededor vecinos, amigos, parientes, pero seguimos sin pensar en ella, hasta que como en ésta semana nos toca tan de cerca.

Nadie nos prepara para la muerte de nuestros seres queridos. ¿Cómo prepararnos para esto?

Aunque las circunstancias o causas de la muerte y el tipo de vínculo que nos une a esa persona, son diferentes, nunca se está dispuesto a aceptarlo.

Cuando alguien se va de nuestro lado de golpe, seguimos recordando sus sonrisas, palabras y besos, y tratamos de entender, el por qué de su muerte.

Creemos que es injusto, tenemos dudas sobre la fe, perdemos la esperanza y sueños que tanto anhelábamos.

A menudo, se tiene la extraña sensación, que quien ha desaparecido va a cruzar la puerta de casa, para volver a abrazarnos, hablarnos…

Quienes han vivido pérdidas de seres cercanos y muy queridos, saben que sólo se puede sentir dolor, y dentro del alma, no hay hueco para nada más.

El dolor es tan profundo, tan desgarrador, que no deja espacio, para ningún otro sentimiento. Si es cierto que antes o después de la muerte aparece la culpa: culpa por no haber hecho lo suficiente, por no haber sido más cariñosos, por haber discutido en el pasado, por seguir vivos. Es tan difícil decir adiós.

Nosotros estamos pasando, unos días duros, tras la muerte de Hermo Eloy, persona buena y bondadosa, especial para todo diría Antonia, su madre.

Todavía nos cuesta levantarnos por las mañanas y ver la cruda realidad de su ausencia, dejó un vacío tremendo en nuestras vidas. Sus recuerdos los tenemos grabados en nuestras almas.

A veces sentimos que él, está a nuestro lado ayudándonos, a luchar con coraje, a seguir adelante, empujándonos con fuerza hacia arriba, dándonos ánimos desde el otro lado.

Anoche, miré al Cielo, me fijé en la estrella más brillante y pienso, que él, nos está acompañando.

Sigo notando su presencia, ahora admito que murió, pero sé que está junto a nosotros regateando detrás de un balón por los pasillos, entre los bancos de esta iglesia, y lo estará en los momentos más difíciles de nuestras vidas.

El dolor es inevitable, nos añurgamos, lo único que se puede hacer es comprender que el tiempo curará de verdad la herida, aunque nunca te olvidaremos.

Estas experiencias tan fuertes y dolorosas nos ayudan a valorar más la propia existencia. Debemos darnos cuenta y comprender que somos humanos y la muerte no es el fin.

Es cierto, que siempre la muerte, ha sido un tema tabú en nuestra sociedad, no nos enseñan desde niño a aceptarla como un proceso normal de transformación.

Nuestra alma y energía, perduran más allá de la muerte, estamos tan solo de paso, por eso es mejor aprender de esta experiencia…

Desde

la

muy

soleada

y

tranquila

isla

de

Fuerteventura

recibe

mis

fuertes

abrazos

y

mis

acostumbrados

B

E

S

I

T

O

S

Hermo Eloy.


Post scriptum: Texto leído el viernes 13 de Marzo en la misa-funeral.